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Proteger a los trabajadores del café se está convirtiendo en una preocupación creciente para los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) y otras organizaciones dedicadas a la salud y la seguridad de los trabajadores en los Estados Unidos. A medida que la industria del café crece, también lo hace la preocupación por la exposición de los trabajadores a diacetilo y 2,3-pentanodiona. Las preocupaciones comenzaron después de que más de una docena de trabajadores en una planta de tostado de café de Texas habrían desarrollado una enfermedad pulmonar fatal, bronquiolitis obliterante.
Los médicos y científicos del CDC viajaron por todo el país durante dos años investigando la exposición de los trabajadores al químico. Los resultados preliminares indican un problema generalizado que pone en peligro la salud de los trabajadores del café por la exposición a los productos químicos peligrosos. En varias instalaciones, la exposición de los trabajadores fue más de cuatro a cinco veces el nivel recomendado de diacetilo.
El Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH, por sus siglas en inglés), la división de los CDC que estudia las instalaciones de café, recomienda un límite de exposición a diacetilo y 2,3-pentanodiona de 5 partes por billón (ppb). Este número es un promedio ponderado en el tiempo durante un día laboral de 8 horas y una semana laboral de 40 horas.
Además, NIOSH recomienda un límite de exposición a 2,3-pentanodiona de 9.3 ppb.
Entre 2017 y 2018, los informes de los niveles de exposición de NIOSH excedieron la recomendación federal en 10 de las 11 instalaciones.
Como parte del estudio, los médicos y científicos evaluaron varias maneras en que las plantas de café exponen a los trabajadores a los químicos, principalmente a través del aire. Además, condujeron la respiración y otras pruebas médicas en los trabajadores expuestos a los productos químicos. Los empleados evaluados trabajaron en ambientes que van desde pequeños cafés con hornos de tostado hasta grandes procesadores con más de 150 trabajadores.
El CDC informa que docenas de trabajadores del café tienen exámenes de respiración anormales y enfermedades respiratorias, más del doble de la tasa encontrada en la población general.
Incluso los espacios grandes y ventilados con poco olor tienen niveles elevados de diacetilo y 2,3-pentanodiona. Por lo tanto, NIOSH sugiere que las empresas de café de todos los tamaños hagan que un higienista industrial pruebe su aire. Las empresas deben asegurarse de que los lugares de trabajo tengan buena ventilación. Esto no significa simplemente abrir puertas e instalar ventiladores, esto básicamente solo hace circular humos. Los sistemas de extracción local en áreas donde se produce la molienda y el envasado de café son fundamentales para evitar la exposición de los empleados a productos químicos peligrosos.
Además, las compañías deberían implementar programas de vigilancia médica para monitorear el funcionamiento pulmonar de los empleados.
Debido a que los granos de café liberan humos y gases en los recipientes de almacenamiento cuando los trabajadores quitan las tapas, corren el riesgo de exponerse a niveles extremadamente altos de químicos. Deben tener especial cuidado para mantener sus caras alejadas de los contenedores.
Una desafortunada realidad es que la bronquiolitis obliterante a menudo se diagnostica erróneamente como asma, bronquitis, neumonía y enfisema. Sin embargo, si ha trabajado alrededor del café (tostado o molido), plantas de comestibles, lácteos, plantas de confección, plantas de alimentos para mascotas y plantas de masa refrigerada, es posible que necesite una segunda opinión. La bronquiolitis obliterante a menudo es difícil de diagnosticar. Si usted o un ser querido sufre de la enfermedad, comuníquese con The Carlson Law Firm. Tenemos un abogado experto en Bronquiolitis Obliterante que puede ayudarlo a recuperar la compensación por sus lesiones.
Las demandas anteriores presentadas por los trabajadores de la fábrica han dado lugar a varias adjudicaciones de jurado multimillonario en contra de un fabricante. Los fabricantes tienen la responsabilidad de advertir y proteger a sus empleados de la exposición al diacetilo y 2,3-pentanodiona.
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